
Sus herramientas son sencillas: una cuchilla de afeitar y una aguja de coser (y un lápiz, claro):

Tarda meses en hacer cada escultura y, qué risa, muchas veces se le han roto justo cuando estaba a punto de finalizarlas.
El tipo no las vende: las regala a los amigos (que, a su vez, son los que le regalan los lápices, ya que nunca los compra).
Os dejo una selección de sus esculturillas:
5 comentarios:
Impresionante. Estas entradas me gustan.
Lu, hay que poner algo de culturilla pa compensar la gilipolleces habituales
El palo y la zanahoria, verdad Koloke?
Antes de leer que a veces se le rompían justo antes de acabarlas es exactamente lo que estaba pensando. A mí me pasa eso y mando el lápiz poco lejos.
En fin, una curiosa entrada.
No hay que estar aburrío ni ná pa ponerse a hacer eso...
Pero qué crac, este tío.
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