La Alpujarra (o Alpujarras) es una comarca que se extiende desde Sierra Nevada hasta Almería, aunque casi su mayor parte pertenece a la provincia de Granada.
Zona eminentemente montañosa, está salpicada de pequeños pueblos, encaramados a la sierra y adaptados a lo escarpado del terreno, con calles estrechas, serpenteantes y empinadas.
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Zona eminentemente montañosa, está salpicada de pequeños pueblos, encaramados a la sierra y adaptados a lo escarpado del terreno, con calles estrechas, serpenteantes y empinadas.
Allí que me ha llevado la Lu de puente, así que os voy a contar un poco cómo es la zona. Nosotros nos hemos quedado en la parte occidental, visitando los pueblos del Barranco de Poqueira (Capileira, Bubión y Pampaneira), además de Lanjarón (base de operaciones) y Órgiva.
Al primero que se llega es a Lanjarón, que está a media hora de Granada (a unas tres horas de Sevilla). Desde allí hasta el más alejado de los mencionados, Capileira, hay más o menos otra hora, contando con ir despacito, subiendo curva tras curva y detrás de lentos autobuses turísticos.
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LANJARÓN
Enclave principal de la zona, es famoso por su manantial de agua, que ha dado lugar a la marca de agua mineral que todos conocemos y a su famoso balneario.
De la ciudad podemos decir poco, ya que estaba completamente levantada por las obras del Plan E y no pudimos apreciarla. Nos dio la impresión de ser una ciudad en declive, anclada en un tiempo en que la alta sociedad la visitaba para tomar las aguas.
La misma sensación nos produjo el balneario: esperábamos una especie de spa, para relajarnos tranquilamente y nos encontramos más bien con un centro médico, donde se te somete a un tratamiento estructurado y algo tedioso. Sales como nuevo, eso sí, pero si lo que estás buscando es pasar unas horas con tu shurri, en el aguita, de relax y a tu bola, no es tu sitio.
ÓRGIVA
Directamente nos lo saltamos: no vayas, que no tiene na de ná (algún guiri perroflauta que seguro que llegó allí tras los pasos de Gerald Brenan)
CAPILERIRA, BUBIÓN Y PAMPANEIRA
Los tres pueblos del Barranco de Poqueira, son sin duda los de mayor interés de la zona. Me recordaron mucho a los pueblos blancos de Cádiz, formados por pequeñas casas encaladas de arriba a abajo, salvo que aquí el terreno es aún más escarpado.
En primer plano, Pampaneira, arriba a la derecha Bubión y Capileira a la izquierda.
Son muy característicos los techos de las casas, llamados terraos: son tejados planos hechos con losas de pizzarra sobre vigas de madera. Es frecuente encontrarnos con pequeños terrazas llenas de flores, que se conocen como tinaos. Y también destacan las chimeneas cilíndricas, que le dan a las casas un aspecto un tanto marciano. Por último, señalar la abundancia de fuentes, casi en cada calle, de agua fría, limpia y cristalina
De los tres pueblos, el más turístico y con más comercios es Pampaneira. Capilerira también es muy animado y allí puedes encontrar numerosos mesones y restaurantes. Bubión es el más tranquilo, pero para mi gusto el más bonito.
La artesanía de la zona es de gran calidad: trabajan mucho el cuero y algo la cerámica pero, sobre todo, destacan las alfombras. Hay infinidad de variedades, tamaños y colores. Además, los precios son muy bajos (nosotros no pudimos resistirnos y nos compramos una, por 25 € na más). Si te interesa llevarte una, ve a Pampaneira, que es donde hay más tiendas.
Alfombras en Pampaneira
Y, cómo no, me falta la recomendación más importante: qué comer. Aquí está muy claro, ya que no te puedes ir sin probar el famoso plato Alpujarreño, compuesto papas a lo pobre (revueltas con cebolla y pimientos), morcilla, chorizo y jamón (a veces, para rematar, le añaden costillas o longaniza). Es un plato bastante ligerito, pero se compensa con las tapas que te ponen de gratis al pedir una birra (igual que en Granada)
Plato alpujarreño: ideal para dietas bajas en potasio
En fin, que si te sobra un fin de semana, no dudes en darte una escapada: en realidad está aquí al lado y con un par de días tienes suficiente para una visita tranquila. Para otra ocasión dejaremos la ruta occidental, que tampoco hay que estresarse.
3 comentarios:
Joé ¡qué recuerdos!
Algún día tengo que volver. En Órgiva he pasado muchísimos veranos.
Hay cosas que jamás se me olvidarán, como la tormenta más impresionante que he vivido. Más que por la lluvia, por los truenos, seguro que Thor estaba a pocos metros de nuestras cabezas. A mí me gustan las tormentas, pero esa me acojonó literalmente.
Y otra cosa eran las linternas de los mineros que bajaban de la mina. En esa época no había carretera que subiera a la boca de la mina, sino un camino, así que los pobres tenían que bajan a pata después de la jornada laboral y cuando se les echaba la noche encima encendían sus linternas que se veían desde lo lejos.
Joer, Maese, parece que estés describiendo Las cenizas de Ángela.
Imagino que habrá cambiado mucho la cosa (y que a mí además me hizo un tiempo de puta madre) porque la impresión que me he llevado es completamente distinta: cervecitas al sol y pocos mineros.
Sí que ha cambiado, entre otras cosas esa mina creo que cerró hace ya tiempo. De todas formas te hablaba de cuando era un enano, a principios de los setenta.
Al lado de la casa donde nos quedábamos había un bar desde donde se veía la montaña y en la lejanía se divisaban las linternas de los mineros bajando.
Por cierto, en ese bar ponían de tapa unas "papas" riquísimas y que nunca he vuelto a probar. Era un trozo de patata bien grande con un ligero sabor a ajo y que estaba medio frita y medio cocida. Mi tío que era cocinero profesional fue incapaz de hacerlas por su cuenta. La señora que las hacía jamás le dijo a nadie la receta.
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